NUEVA YORK - La muerte de un pasajero británico y las lesiones que sufrieron decenas de personas a bordo de un vuelo de Singapore Airlines que encontró una fuerte turbulencia el martes dejaron al descubierto los riesgos potenciales de volar en condiciones inestables.
La causa de muerte del pasajero de 73 años sigue bajo investigación. Según las autoridades, pudo haber sufrido un infarto, aunque no se ha confirmado.
Con base en los relatos de los testigos, el número de heridos, y el brusco descenso del avión, los expertos señalan los importantes riesgos que las turbulencias en vuelo suponen para la seguridad de los pasajeros y la tripulación.
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Aunque las muertes relacionadas con turbulencias son bastante raras, las lesiones han ido en aumento a lo largo de los años. Algunos meteorólogos y expertos en aviación señalan que los informes sobre encuentros con turbulencias también se han incrementado y apuntan a las posibles repercusiones que el cambio climático podría tener en las condiciones de vuelo.
Sin embargo, la mayoría de los incidentes son de poca importancia, y las aerolíneas han realizado mejoras constantes para reducir los índices de accidentes por turbulencias.
Los expertos recomiendan a los viajeros que se mantengan alerta y subrayan como primera medida de protección la importancia de llevar abrochado el cinturón de seguridad siempre que sea posible.
Una turbulencia es esencialmente una corriente de aire inestable que se mueve de forma impredecible. La mayoría las relaciona con fuertes tormentas. Pero la más peligrosa es la turbulencia de cielo despejado, la cual suele producirse sin ninguna advertencia visible.
Este tipo de turbulencias ocurren principalmente dentro o cerca de las corrientes de aire a gran altura, denominadas corrientes en chorro.
Se producen cuando dos grandes masas de aire cercanas se mueven a distintas velocidades. Si la diferencia de velocidad es lo suficientemente grande, la atmósfera no puede soportar la tensión y surgen patrones turbulentos, como remolinos en el agua.
“Cuando se produce una fuerte cizalladura del viento cerca de la corriente en chorro, el aire puede desbordarse. Y eso crea estos movimientos caóticos en el aire”, explica Thomas Guinn, presidente del departamento de ciencias aeronáuticas aplicadas de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle de Daytona Beach, Florida.
Es difícil hacer un recuento del total de lesiones relacionadas con las turbulencias en todo el mundo. Pero algunos países publican datos nacionales.
Más de una tercera parte de todos los incidentes aéreos ocurridos en Estados Unidos entre 2009 y 2018 estuvieron relacionados con turbulencias, y la mayoría de ellos provocaron al menos una lesión grave pero ningún daño al avión, informó la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB por sus siglas en inglés).
Entre 2009 y 2022, 163 personas requirieron atención hospitalaria durante al menos dos días debido a las lesiones causadas por turbulencias, según las cifras de la NTSB. La mayoría de ellas eran auxiliares de vuelo, quienes corren un riesgo especial al ser menos probable que se encuentren en sus asientos durante un vuelo.
Las autoridades ya investigan lo ocurrido en el vuelo de Singapore Airlines del martes. La aerolínea declaró que el Boeing 777-300ER descendió 6,000 pies en tres minutos después de encontrar una fuerte turbulencia sobre el océano Índico.
Las cifras preliminares de víctimas que proporcionaron el aeropuerto y un hospital de Bangkok, donde la aeronave que viajaba de Londres a Singapur se vio obligada a aterrizar en medio de la tormenta, indicaban que además del hombre que falleció, seis o siete pasajeros resultaron gravemente heridos. Decenas de otros viajeros y miembros de la tripulación sufrieron lesiones de menor magnitud.
“No es inusual tener encuentros que causen lesiones leves, como una fractura”, dijo Larry Cornman, científico del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de la Fundación Nacional de la Ciencia, que lleva mucho tiempo estudiando las turbulencias. “Pero los decesos son muy, muy raros, sobre todo en los grandes aviones comerciales”.
Según Stuart Fox, director de operaciones técnicas y de vuelo de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, la última muerte clara relacionada con una turbulencia que haya reportado una gran aerolínea tuvo lugar en 1997. Desde entonces se han registrado algunos fallecimientos en aeronaves más pequeñas, incluida una en un jet privado el año pasado, según Fox.
Los procedimientos de seguridad estandarizados han contribuido considerablemente a evitar más casos de lesiones graves a lo largo de los años, señaló Fox. Entre ellos figuran la revisión de las previsiones meteorológicas, la obligación de los pilotos de informar cuando se encuentran con turbulencias y la suspensión del servicio de cabina cuando los aviones se encuentran con aire agitado.
Los pilotos utilizan diversos métodos para evitar las turbulencias, entre ellos el radar meteorológico. A veces simplemente pueden ver las tormentas y esquivarlas.
Pero las turbulencias de cielos despejados “son harina de otro costal”, según Doug Moss, expiloto comercial y consultor de seguridad. Pueden ser devastadoras, dice, “porque el momento previo al incidente puede ser muy tranquilo, y toma a la gente desprevenida”.
Los controladores de tráfico aéreo avisan a los pilotos cuando otro avión se topa con una turbulencia de cielo despejado, explica Moss. Muchos pilotos también observan las corrientes de chorro de nivel superior a lo largo de su trayecto, en busca de señales de cizalladura del viento, y luego elaboran un plan para volar por encima, debajo o alrededor de esas zonas, dijo.
Los aviones modernos son lo bastante resistentes como para soportar casi cualquier turbulencia. Las zonas de la cabina, como los compartimentos superiores, pueden sufrir daños estéticos, “pero no afectan la integridad estructural de los aviones”, indicó Moss.
Algunos científicos destacan que los informes sobre encuentros con turbulencias van en aumento. Hay varias explicaciones posibles, pero varios investigadores han apuntado a los posibles efectos del clima.
Guinn, de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, explica que algunos predicen que el cambio climático podría alterar la corriente en chorro y aumentar la cizalladura del viento, lo que, en consecuencia, incrementaría la presencia de turbulencias
Paul Williams, profesor de ciencias atmosféricas de la Universidad de Reading, Inglaterra, dijo el martes en un comunicado que había “pruebas sólidas de que la turbulencia va en aumento debido al cambio climático”.
Williams dijo que su equipo de investigación descubrió recientemente que, por ejemplo, las turbulencias en cielos despejados sobre el Atlántico norte han aumentado un 55% desde 1979.
Las proyecciones más recientes del equipo señalan que las turbulencias graves en las corrientes en chorro podrían duplicarse o triplicarse en las próximas décadas si las condiciones globales siguen los patrones previstos, dijo.
Sin embargo, otros afirman que también podría haber otros factores en juego. Cornman señala que podría haber un incremento en el tráfico aéreo en general, lo cual podría aumentar los encuentros con turbulencias a medida que surgen más pistas, incluidas aquellas situadas en zonas de mayor turbulencia.
En pocas palabras, abróchense los cinturones. Las turbulencias pueden ser difíciles de predecir, pero los expertos insisten en que la primera línea de defensa en el aire es llevar abrochado el cinturón de seguridad en la medida de lo posible.
“En general, los aviones están construidos para resistir turbulencias”, afirma Guinn, quien señala que el hecho de que los pasajeros no lleven abrochado el cinturón de seguridad es una de las principales causas de lesiones por turbulencia durante el vuelo. Aunque ninguna precaución es infalible, el uso del cinturón de seguridad reduce en gran medida la probabilidad de sufrir lesiones graves.
“Abróchese el cinturón”, subrayó Guinn. “Es una solución muy rápida para evitar lesiones”.