AUSTIN, Texas - George P. Bush presentó el miércoles su próxima aventura política: una candidatura para ser el Fiscal General de Texas en 2022.
El descendiente de una dinastía republicana se enfrentará a un gobernante republicano ensombrecido por cargos de fraude de valores y una investigación del FBI.
Bush, quien se ha desempeñado como comisionado de tierras de Texas desde 2015, es hijo del exgobernador de Florida Jeb Bush y sobrino y nieto de dos expresidentes.
Él es el último miembro de la familia Bush que aún ocupa un cargo público y fue el primero en romper con ellos al apoyar al expresidente Donald Trump, quien se ha burlado de la familia que alguna vez fue el rostro del Partido Republicano.
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Ahora está lanzando el primer gran desafío contra el asediado fiscal general de Texas, Ken Paxton, quien ha pasado seis años en el cargo bajo la acusación de defraudar a inversores y, más recientemente, fue acusado de soborno por sus propios exasesores principales.
“Aquí en Texas, tenemos un escándalo que está asolando una de nuestras oficinas más importantes. Y creo que los conservadores deberían tener una opción”, dijo Bush en una manifestación de inicio de campaña en Austin al presentar su candidatura.
Bush, de 45 años, dijo que habló con los dos fiscales generales anteriores de Texas antes de Paxton, el actual gobernador republicano Greg Abbott y el senador federal John Cornyn, después de que surgieron las últimas acusaciones, pero no quiso entrar en detalles.
"Hay preocupación allí y es por eso por lo que estoy dispuesto a salir y ofrecerme porque todos los demás han estado callados y tienen miedo de decir la verdad sobre este tipo", dijo Bush.
La campaña de Paxton respondió con una declaración que no mencionaba las acusaciones en su contra.
"Los tejanos conocen el sólido historial conservador del Procurador General Paxton", dijo el portavoz de Paxton, Ian Prior.
El intento de Bush de ascender en la escala política de Texas establece una primaria potencialmente dolorosa que pondrá a prueba el apetito de los votantes republicanos por el nombre de Bush y la durabilidad de un fiscal general de dos mandatos que está envuelto en problemas legales.
Una de las principales apuestas de los hasta ahora precandidatos republicanos es lograr el apoyo de Donald Trump.
Bush se ha publicitado como cercano al expresidente, mientras que Paxton ha sido defensor a ultranza de los intentos del exmandatario de poner un manto de duda sobre la legalidad de las elecciones de noviembre pasado.
Cuando se le preguntó si apoyaba los esfuerzos de Paxton para revertir la victoria de Biden, Bush criticó la estrategia legal de Paxton y afirmó que había irregularidades, pero reconoció la victoria de Biden.
El martes, Trump respaldó a Abbott para un tercer mandato, pero no ha intervenido en la carrera por el Fiscal General de Texas, a la que Bush había señalado durante meses que ingresaría.
Horas antes del anuncio de Bush, la oficina de Paxton publicó un escrito judicial que niega las acusaciones de irregularidades formuladas por sus principales exasesores, quienes fueron despedidos después de participar en una rebelión extraordinaria contra Paxton a finales del año pasado.
Ocho empleados acusaron a Paxton de abusar de su oficina al servicio de un donante adinerado, que ahora es el objetivo de una investigación del FBI.
Paxton calificó las acusaciones como una “campaña de difamación sin fundamento” y se declaró inocente por separado en su caso de fraude de valores que ha languidecido desde 2015.
Mientras tanto, Bush entra en la carrera en un momento de intenso escrutinio e indignación bipartidista en Houston porque su Oficina General de Tierras no destinó, inicialmente, un solo dólar de los 1,000 millones de fondos federales para proyectos de mitigación de inundaciones que se habían prometido luego del paso del huracán Harvey.
También ha enfurecido a activistas conservadores por un plan de renovación para El Álamo, el venerado santuario de Texas.
La carrera es fundamental para el futuro político de Bush en Texas, donde se ha alineado con Trump a diferencia de sus familiares famosos.
Bush ha eludido cuidadosamente el antagonismo de Trump hacia su familia, que incluyó burlarse de su padre por tener "poca energía" durante la campaña presidencial de 2016.
Durante una visita a Texas en 2019, Trump llamó a George P. Bush "el único Bush al que le gusto".